En la entrada anterior, se habló de los destinos de aquellas almas que eran elegidas por Tonatiuh o Tlaloc para ser sus compañeras en la eternidad. Ahora hablaremos de las almas de aquellos que no tuvieron este privilegio. Para aquellas personas su destino era el Mictlan cuyo sitio estaba situado al norte.
Para llegar al Mictlan y conseguir así su descanso definitivo las almas tenían que pasar por nueve lugares, en un lapso de tiempo que duraba cuatro años. Estos nueve lugares eran los nueve infiernos, las pruevas que el difunto tenía que cruzar.
El primer recinto con el que se encontraban después de muerto era el "Apanohuaia" (Donde se pasa el rió).Al morir los hombres descienden a un lugar subterráneo a la orilla de un río caudaloso.Para atravesarlo deben hacerlo a lomo de un perro, razón por la cual para facilitarles el cruzar las aguas caudalosas, muchas veces los enterraban con un perro o con huesos de perro.
Después viene el Tepectli Monamamictlan (Las montañas que se juntan) donde dos grandes montes se atraen y repelen. Los muertos tratan de cruzar oportuna y rápidamente para no quedar aprisionados y ser triturados.Así sigue el Iztepetl ( Cerro de navajas) donde los pedreñales cortantes amenazan a los difuntos viajeros.
La cuarta prueba es el itzeecayan donde el viento corta como si tuviese navajas de obsidiana. De aquí pasamos al Paniecatlacayan donde los cuerpo flotan como banderas.El sitio no tiene gravedad y los muertos están a merced de los vientos. Próximos a salir, éstos los regresan o los llevan de un lado a otro, hasta que finalmente salen hacia la siguiente prueba.
Después llegamos al Temiminaloyan donde un dios que domina el error se apropia de las flechas erradas de los guerreros y con ellas acosa a los muertos desangrándolos. El séptimo infierno es el Teocoyolcuaola. Aquí hay jaguares que devoran los corazones de los muertos transeúntes.
La penultima prueba es conocida como el Yzmictlan Apochcaloca donde se pasa por estrechos lugares entre piedras, para asi llegar al Chicunamictlan Regido por Mictlantecutli y a la tenebrosa Mictecacihuatl, "el señor y la señora de los muertos". Entrando a su umbral es necesario vencer el último obstáculo, el tramo llamado Chiconauhhapan, extensión de nueve aguas. Una vez traspuestas, el difunto deja de padecer, es el decanso, el alma está liberada.
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